Al llegar a Turquía, empiezo a darme cuenta de que existen diferentes culturas y que todo el mundo me mira, sin pestañear, ya que soy de otro lugar. Entonces, empiezo a sentirme triste, solo, aislado y sobre todo empiezo a odiarme a mí mismo. Continuo con mi viaje, el cual me lleva a Japón, allí sigo sintiéndome diferente a los demás, nada ha cambiado, sigo siendo la misma persona a la que odio. Paso por delante de la multitud y todos me miran como si fuera un experimento científico algo que me hace entristecerme. Pese a que no haya cambiado nada en lo que llevo de viaje, no me doy por vencido y continuo mi marcha, esta vez con las pilas cargadas y con mi estado de ánimo por las nubes.
Por fin llego a India, allí empiezo a darme cuenta de mi error, no tengo que cambiar yo, sino que tengo que cambiar mi triste, amarga, humorada y tonta personalidad. Es cuando, me encuentro con unos niños, los cuales viven en India, cuando empiezo a cambiar y me vuelvo más alegre, divertido y sobre todo me doy cuenta, de que ya no estoy solo, tengo amigos. A partir de entonces me siento una persona feliz, yo diría que la más feliz del mundo.
Sigo con mi gran viaje, el cual ha sido de gran ayuda. Continuo y llego a un templo, en el que me arrodillo ante un monje, para que me de su bendición y en ese instante me siento completo, en cuerpo y espíritu. Por fin llego a un pueblo pequeño en el que lloro de emoción y me deshago de mi gran carga, mis grandes botas. Sigo y sigo, y llego a diferentes partes del globo, en las que hago grandes amigos, por fin me siento bien conmigo mismo y con el mundo. Ya no me siento solo y tampoco me mira nadie, por fin soy parte de la sociedad. Soy una persona y me enorgullezco de serlo.